Tangol 03/10/2017

El descubrimiento del océano Pacífico en 1513 empujó a los europeos a tratar de hallar un paso navegable desde el Atlántico para cumplir el viejo sueño de Colón de llegar a Oriente y comerciar. 
Así, apenas siete años después, el portugués Fernando de Magallanes inició la empresa más ambiciosa jamás ideada por el hombre hasta entonces: hallar el estrecho que comunicaba a ambos océanos y darle la vuelta al mundo tras adquirir especias en Asia.
La maravilla ocurrió en noviembre de 1520, cuando aquella expedición enviada desde Valladolid casi un año antes comenzó a surcar lo que hoy se conoce como el Estrecho de Magallanes, la abertura que comunicó al mundo con cada rincón de su propia redondez.
En pleno Estrecho de Magallanes se encuentra emplazada la ciudad de Punta Arenas, cuya fundación fue un acto de atrevimiento, una declaración de soberanía por parte del gobierno austral. Ese asentamiento significó: aquí sigue siendo Chile, y hoy turistas de todo el mundo agradecen la voluntad de los primeros pobladores porque llegar a Punta Arenas es una de las experiencias más gratificantes de la Patagonia.
Antes de que existiera el Canal de Panamá, Punta Arenas era la capital de la unión entre los océanos Atlántico y Pacífico, lo que explica el esplendor que vivió la ciudad hasta 1914. Por eso su arquitectura denota gloria y pompa, por eso hay un carácter europeo tan marcado pese a que realmente estamos hablando del último rincón geográfico del planeta.
Esos aires Europeos persiste también porque Punta Arenas es la entrada mundial al continente Antártico, hecho que hace que al menos 15 países ocupen la ciudad como puerto base de científicos atraídos por las dos reservas de agua dulce más grandes del mundo: la Antártica y los Campos de Hielo del Sur.
Para disfrutar de Punta Arenas es preciso conocer las posibilidades que ofrece la ciudad: desde expediciones naturales a una vida cultural en permanente movimiento. A continuación, algunos de los paseos insoslayables que se hacen dentro de la ciudad o que simplemente comienzan en ella.


Pingüinera Seno Otway

La travesía comienza navegando las aguas del Estrecho de Magallanes, por donde pasaron los primeros descubridores que acompañaban al portugués sino también personajes tan trascendentales como Charles Darwin en su periplo hasta las Islas Galápagos.
Los visitantes luego deben hacer un camino a pie por la estepa patagónica para descubrir ñandúes, gansos silvestres, cóndores, gaviotas, águilas y zorros antes de acercarse al Seno Otway a través de una mina de carbón. 
En el Seno Otway está una enorme colonia de Pingüinos de Magallanes que llega cada año para reproducirse.


El Parque Ñandú

A 50 kilómetros al norte de Punta Arenas está el Parque Ñandú, donde es posible alimentar y tocar a estas enormes aves no voladoras.
Además de los ñandúes patagónicos, conviven avestruces introducidas desde el África y emúes australianos. Pero el contacto con los animales va más allá: hay alpacas, guanacos, cachañas y un montón de aves migratorias que hacen de la experiencia un contacto inolvidable.


Tour por Punta Arenas

Ninguna ciudad americana con más de 100.000 habitantes está tan al sur como Punta Arenas. Ese solo hecho hace que el atractivo turístico sea descomunal. Sin embargo, hay mucho más. Hacer un tour por esta urbe es conocer, por ejemplo, el Cerro de la Cruz, donde se puede entender por qué a Punta Arenas se le conoce como "la ciudad de los techos rojos" y notar el contraste de la civilización con el aún indómito Estrecho de Magallanes.
También destacan la Plaza de Armas y los edificios coloniales que la rodean. Cerca también se encuentra el monumento a Fernando de Magallanes y un poco más allá el Museo Salesiano, donde quedan al descubierto las tribus patagónicas que poblaron la región desde mucho antes de la llegada del hombre europeo. 
En Punta Arenas también hay una plaza en honor a los migrantes croatas y Antoine de Saint-Exupéry, autor del libro El Principito.


Visitar los glaciares en el Parque Nacional Alberto de Agostini

La vía marítima es la mejor forma de llegar al las maravillas del parque Alberto de Agostini. Allí, los visitantes disfrutarán de la Cordillera de Darwin, columna vertebral del complejo natural con 35 kilómetros de longitud que tiene como punto más alto un monte de 2.488 metros.
También está el Monte Sarmiento, cuya belleza fue destacada por Julio Verne en "Veinte mil leguas de un viaje submarino", y el Pico Francés, de donde surgen los glaciares Roncali e Italia.
Otros Glaciales que pueden verse en el parque son Pía, Garibaldi, Günter Plushow, Águila, Brooker y el gigantesco Marinelli, que es el más extenso de todo el lugar y que tiene como característica principal sus imponentes muros de hielo.


Visitar el Museo Regional de Magallanes

Fundado en 1903, actualmente este museo ofrece tres exhibiciones: época, historia y zócalo. La primera permite ver cómo vivían los europeizados habitantes de Punta Arenas a principios del siglo XX, la segunda habla de la relación entre la región y la ciudad, y la tercera de las diferencias sociales dentro del antiguo palacio que alberga al museo.
Pero además hay un sótano donde hay exposiciones itinerantes durante todo el año.


Disfrutar de una experiencia extrema en el Club Andino

En Punta Arenas hay esquí y otros deportes de nieve durante el invierno, pero la experiencia extrema no termina con la llegada del verano, pues entonces valen la pena el trekking, el canopy, la bicicleta de montaña y las hermosas vistas en telesilla.


Visitar la Antártica Chilena

Un vuelo de dos horas desde Punta Arenas lleva a las personas al último lugar que se habrían imaginado visitar en toda su vida: la Antártica. Son 1.250 kilómetros de recorrido para llegar a una pista militar y empezar una aventura inhóspita y tan original que muy pocos han hecho en el mundo. 
El principal punto de llegada es Villa Las Estrellas, donde hay una hostería con capacidad para 80 personas entre científicos, militares y turistas. Pero también se puede llegar a Puerto Williams (tras 28 horas en barco), donde hay más opciones y comodidades al tratarse de un asentamiento de 1600 personas.
En la Antártica Chilena se puede conocer la base rusa Bellingshausen para enterarse de los diversos estudios científicos que se hacen relación a las auroras polares y la glaciología. También se puede disfrutar del Parque Nacional Torres del Paine con su peculiar fauna, y de la gastronomía basada en centolla, caldo de langostinos y varios tipos de ceviches.
En todo caso habrá que decir que Punta Arenas es mucho más. Las posibilidades se van sumando mientras se conoce a fondo una ciudad donde cada recoveco tiene algo qué contar y donde cada inmueble es un museo de forma directa o indirecta. 









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