Siglos de tradición y diversos mitos de origen sostienen al Carnaval, una fiesta de carácter popular y pagano que une rincones del mundo. Imperio de la música, el baile, el agua y la espuma, los días de carnaval abren en la rutina un tiempo para librarse a la alegría de festejar en comunidad.
En Latinoamérica tiene su propia manifestación: la cultura del otro lado del océano se mezcló con las costumbres de los pueblos originarios, dando lugar a diversas maneras de celebrar el carnaval. Es así que Argentina, un país de gran extensión y conformación diversa, contiene varias de estas expresiones. Acá la celebración de Carnaval es durante los días previos a la Cuaresma, así que generalmente toca a fines de febrero o inicios de marzo.
Si bien los feriados de Carnaval tiñen de fiesta a muchísimas ciudades y pueblos en territorio argentino, en algunos la festividad es más que especial. En esta nota vas a conocer cómo es viajar a festejar en destinos del Litoral, el Noroeste argentino y Buenos Aires. También vas a encontrar opciones de paquetes de viajes por Argentina y recomendaciones de tours, excursiones y alojamiento.
¡Empecemos!
Carnaval en El Litoral: un oasis de brillo y ritmo
Bajo la influencia de sus vecinos brasileños, el Litoral argentino se transforma en un verdadero espectáculo de lentejuelas y plumas. Las comparsas llenan las calles y los desfiles de música contagian a los vecinos, estén o no disfrazados. Cada año, con un tema diferente, los grupos diseñan y confeccionan sus propios trajes y coreografías, creando una estética que se renueva constantemente.
La provincia de Corrientes es un epicentro de esta festividad, con una importancia tal que cuenta con un Corredor Turístico que abarca 20 localidades, cada una con sus propios espectáculos y matices carnavalescos. La capital provincial, conocida como la Capital Nacional del Carnaval, es un destino fundamental para quienes buscan un desfile que destaque por la variedad de diseños, los elaborados bordados y las imponentes carrozas.
El clima de Corrientes en febrero es caluroso y húmedo, con máximas que pueden llegar a los 35°C, aunque la sensación térmica puede ser bastante mayor. Por eso, la ropa ligera y la hidratación son esenciales. La ciudad cuenta con un aeropuerto que la conecta con Buenos Aires y otras ciudades del país, y la infraestructura hotelera es variada para recibir a visitantes de todo el país.
Más allá de la capital, la ciudad de Santo Tomé ofrece una mezcla particular de magia y fantasía, mientras que Monte Caseros, con su "Carnaval del Arte", despliega lujo y esplendor, destacando por la creatividad artística de sus comparsas. Estas celebraciones en el interior de la provincia, a menudo más íntimas pero igualmente vibrantes, permiten una inmersión más profunda en la cultura local.
Gualeguaychú, el alma del Carnaval
En la vecina provincia de Entre Ríos, Gualeguaychú es la sede del carnaval más grande y con mayor afluencia turística del país. Inspirado en el estilo de Río de Janeiro, cuenta con un Corsódromo imponente, un escenario al aire libre diseñado específicamente para el desfile, con capacidad para 35.000 espectadores.
Aquí, la fiesta invita a bailar al ritmo de batucadas potentes, a deslumbrarse con los trajes de fantasía y a admirar las carrozas, algunas de las cuales llevan a celebridades, en una competencia de majestuosidad y espectacularidad. El Corsódromo, una obra de ingeniería urbana, permite una vista óptima del desfile desde cualquier punto.
Históricamente, el carnaval en el Litoral tiene sus raíces en las festividades europeas traídas por los inmigrantes, que luego se fusionaron con la influencia afrodescendiente y las expresiones culturales locales. Esta sinergia dio origen a la figura de la comparsa, donde el baile, la música y el diseño de vestuario son elementos centrales.
La ciudad de Gualeguaychú, ubicada a orillas del río homónimo, posee un clima cálido en febrero, con temperaturas diurnas que pueden superar los 30°C. Es accesible por carretera desde Buenos Aires y otras ciudades importantes, lo que facilita la llegada de turistas. La conectividad interna dentro de la ciudad y sus alrededores es buena, con servicios de transporte público y taxis.
https://www.tangol.com/esp/argentina/buenos-aires/excursiones/clasicas/gualeguaychu-en-el-dia_t_36579
El Noroeste argentino: tradición andina y desentierro del Diablo
Con una impronta que remite a las celebraciones de la región andina, el carnaval de la Puna y la Quebrada de Humahuaca en Jujuy mantiene vivas las raíces de su cultura originaria. Acá los festejos de la fecundidad de la tierra se entrelazan con las tradiciones católicas traídas por los españoles durante la conquista, dando lugar a un sincretismo cultural profundo. Bajo esta fusión, conviven el desentierro del diablo, el culto a la Pachamama o Madre Tierra y las procesiones de la Virgen.
El carnaval de Humahuaca es uno de los más famosos de la región y atrae a una gran cantidad de turistas. Durante ocho días, la Quebrada se inunda de trajes de colores vivos, disfraces elaborados, máscaras de animales, banderas ondeantes y canciones que resuenan en las calles de piedra. El clima en febrero en la Quebrada se caracteriza por temperaturas de entre 20º y 32º, por lo que es calutoso durante el día con noches frescas, y la posibilidad de algunas lluvias ocasionales.
La Ruta Nacional 9 atraviesa toda la Quebrada, y servicios de ómnibus conectan Humahuaca con otras localidades como Tilcara y Purmamarca, así como con la capital jujeña. El aeropuerto de Jujuy, ubicado cerca de San Salvador de Jujuy, recibe vuelos de Buenos Aires y otras ciudades.
Carnaval en la Quebrada de Humahuaca
El personaje central de esta celebración es el "diablo", una figura que simboliza el carnaval mismo. Vestido de rojo, adornado con lentejuelas, espejos y cascabeles, este diablo es "desenterrado" simbólicamente de un mojón (montículo de piedras) en la altura de un cerro o a su pie, inaugurando así el período de fiesta en el que "todo vale", un lapso de permisividad y algarabía. Este rito del desentierro, que se remonta a antiguas creencias indígenas sobre la liberación de energías y espíritus, marca el inicio de la celebración.
Todo esto ocurre al son de cantos ancestrales y los instrumentos típicos andinos, como quenas, sikus y charangos, cuyas melodías envuelven el ambiente. El ingrediente fundamental que caracteriza a este festejo, sin embargo, es la participación activa de la gente, que se lanza y recibe serpentinas, agua y harina o talco, en un juego de interacción y alegría colectiva.
Las calles de Humahuaca, con su trazado colonial y sus edificios de adobe, se transforman en un escenario natural para esta explosión de color y sonido. El carnaval en la Quebrada, con su mezcla de ritos prehispánicos y elementos católicos, ha sido reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Buenos Aires: Murgas, Bombos y Alegría Barrial
En la capital argentina, el carnaval tiene sus raíces en una fusión particular: el legado español y los vibrantes ritmos africanos de los esclavos que llegaron al Río de la Plata. Esa combinación se manifiesta hoy en la expresión de bombos, platillos y un baile singular que dispara piernas y brazos al aire.
Durante el siglo XIX, las comunidades afroargentinas comenzaron a organizar sus propios festejos, utilizando los tambores y los ritmos africanos como una forma de expresión y resistencia cultural. Con el tiempo, estas manifestaciones se fusionaron con influencias europeas, dando forma a la murga tal como la conocemos hoy. Los corsos barriales son una tradición arraigada en la cultura porteña, donde la participación de los vecinos es fundamental, y la preparación de los trajes y las canciones se convierte en una actividad comunitaria que dura meses.
Durante los fines de semana y los feriados de Carnaval en febrero, por la noche, los barrios de Buenos Aires cierran algunas de sus calles para dar paso a las murgas. Estos conjuntos barriales, con sus trajes de colores distintivos, que a menudo incluyen galeras y bastones adornados, bailan sobre el asfalto con una energía desbordante.
Los cantores de las murgas se suben a escenarios especialmente montados para entonar canciones de protesta, humor y crítica social. La gente los rodea en un ambiente de fiesta en el que vuela papel picado, agua y espuma, creando una atmósfera de camaradería y celebración. Cada murga tiene su propia identidad, su propio estilo de percusión y baile, y sus propias letras, lo que convierte cada corso barrial en una experiencia única.
El clima en Buenos Aires en febrero es cálido y húmedo, con temperaturas que rondan los 25-30°C, lo que invita a disfrutar de las celebraciones al aire libre. La ciudad cuenta con dos aeropuertos internacionales que la conectan con el mundo y el país, y una extensa red de transporte público que facilita el desplazamiento por los diferentes barrios donde se realizan los corsos.